No puedo evitar, sinceramente, estar ciertamente algo enojado y perplejo con la polémica que se ha desatado a raíz del reportaje que la gran fotógrafa española Cristina García Rodero ha realizado al Príncipe Felipe, o mejor dicho, a la Princesa Letizia y su familia.
Para empezar, y dentro de una clara campaña de comunicación de la Casa Real para posicionar mejor la imágen de Letizia como princesa, y futura reina de España, el hecho de contratar a Cristina García Rodero por sus indiscutibles méritos profesionales y artísticos, está fuera de toda duda y a nadie le extraña, pero la gran sorpresa ha sido que, todo el mundo, sobre todo profesionales de la fotografía, esperaban otro tipo de reportaje, más en otro estilo quizás mas cercano, en blanco y negro, y presentando las «interioridades» de la Casa Real, como cualquier familia burguesa …
Pues yo pienso que no. Lo primero para Cristina ha sido un lujo, un regalo, un reconocimiento el hecho de seleccionarla para tal menester, las cosas como son. Segundo, nuestra Casa Real, le guste a la gente o no, es bastante acomodada y tradicional, y bajo mi punto de vista, el hecho de hacer estas fotos, posados eso si, ya es un paso hacia delante de modernidad (al igual que la nueva página web) y tercero, Cristina puede permitirse el lujo de hacer las fotos que quiera, con el estilo que quiera, en blanco y negro, color o con el procesado que más le plazca, porque ella si y la mayoría de los fotógrafos que andamos por el mundo, no.
Entiendo, que a muchos les haya sorprendido, porque ha prevalecido las exigencias de la Casa Real por encima del estilo de Cristina, pero seguro que habrá sido un termino intermedio. Así que si alguien, en su trabajo fotográfico, no acepta exigencias y «sugerencias» de sus clientes, que tire la primera foto…